Pionera y visionaria de la automoción, Bertha Benz fue sobre todo una gran emprendedora pues al morir su familia invirtió toda su fortuna en una empresa constructora de hierro. Al ser una mujer soltera pudo hacerlo sin problema pero cuando se casó con Carl Benz perdió los derechos sobre sus inversiones pasando su control a éste que utilizó todo ese dinero para financiar su nueva empresa de fabricación de máquinas industriales cuyo proyecto estrella era un carruaje a motor sin caballos.

En 1886 Carl consiguió la patente del primer automóvil de tres ruedas con un motor de tracción trasera aunque nadie estaba interesado en comprarlo y esto le causó una profunda depresión, incluso pensó en olvidarse de su comercialización.

Segura del éxito del nuevo invento, y sin contar con la aprobación de su marido, decidió darle publicidad al vehículo realizando el primer viaje de la historia acompañada de sus dos hijos en un recorrido de cien kilómetros.

Muchos fueron los problemas que encontró en esta: debía parar en cada fuente que encontraba pues el motor se recalentaba, arregló un cable eléctrico pelado con una de sus medias, una horquilla le sirvió para reparar una avería en el sistema de ignición, con el alfiler de su sombrero desatascó una tubería…

El viaje fue un éxito no sólo por la gran publicidad sino también porque aquella prueba sirvió a su marido para mejorar aquel primer prototipo con las indicaciones que Bertha le fue dando.

Cuando cada día os subáis a vuestros coches recordad a Bertha Benz, sin su ímpetu y decisión aquel primer vehículo nunca hubiera visto la luz.

Eva Hernández. Two Art Gallery